Como 7 cabezas ya se había probado, ninguna le
convencía. Por la mañana el espejo le había mostrado a Julián unos espasmos de
arrugas que le incomodaron. Sus ojos cansados le decían que su cerebro ya tenía
los Gigas a punto de ser totalmente consumidos.
Visitó locales de cabezas usadas, la que más le
gustó tuvo que descartarla porque tenía mucho pelo en la cara y le molesta
tener que afeitarse todos los días.
Se dio cuenta que la mejor opción iba a ser adentrarse en un local de artículos nuevos para buscar su cabeza ideal.
Fue hasta la calle Florida, caminó un rato y le llamó la atención una vidriera de luces Led que protagonizaba una esquina.
Expuestas a la calle había cabezas de gran
nivel, con intelectos interesantes y quijada sexys. Un cartel promocionaba una
oferta atractiva de cuotas sin interés a cambio de entregar la cabeza usada.
Así que Julián entró al comercio decidido a conseguir su nueva adquisición, la
que tenía ya le había cansado después de llevarla puesta 28 años.
- Hola, necesito cambiar mi cabeza, quiero una nueva, no tan grande, que le queden bien los sombreros y con un bello rostro, si tiene ojos claros y pelo rubio mejor.
- Tengo lo que usted está buscando -aseguró el vendedor- una cabeza hecha a su medida, innovadora y muy elegante.
El joven vendedor, que como buen promotor de sus productos llevaba puesta una cabeza y un rostro totalmente nuevos, agarró de una estantería el artículo y se lo entregó.
-Puede probarla sin compromiso, allí tiene el espejo.
Julián endureció el cuello y desatornilló su cabeza original, la entregó al comerciante para que se la sostenga y le dijo -agárrela con cuidado, no vaya a ser que en un descuido pierda la cabeza- y ambos rieron.
Se ajustó la nueva acercándose al espejo.
- Se siente cómoda- Dijo.
- Le dije que era para usted.
Se miró detenidamente, era perfecta, elegante y rústica de estilo italiano.
- Me gusta, ¿Cuánto cuesta?
- Sólo nueve años de vida sin interés y dejando su cabeza usada a cambio.- Respondió el vendedor con su sonrisa de buen ofertante confiable.
Julián se miró un poco más, acarició la cara y caminó un minuto por el local observando otras cabezas. De repente comenzó a tener ideas raras y macabras, pensaba todo el tiempo en comerse un pollo crudo y tomar gas licuado de petróleo.
Asustado se la quitó rápidamente.
- No, ¡no! Deme otra, está será muy estética pero en mi esencia el pollo crudo no me gusta y prefiero tomar nafta antes que gas licuado. Deme algo que sea gama media y no me quite tanta vida.
- Ok, perfecto- contestó el empleado del local con la certeza de mostrar otro producto- le puedo ofrecer está cabeza importada directamente de Estados Unidos, como puede ver tiene un rubio ceniza y una sonrisa atrapante.
Se la atornilló con cierta duda, en realidad no le convencía esa sonrisa que para el vendedor era atrapante.
-Se siente bien, ¿Es del mismo costo?
-No, está solo cuesta seis años de vida sin interés y obvio su cabeza a cambio.
A penas escuchó la respuesta del empleado, pensó en pegarle una trompada y salir corriendo con su nueva cabeza sin entregar la usada a cambio. Se la quitó bruscamente.
- Hola, necesito cambiar mi cabeza, quiero una nueva, no tan grande, que le queden bien los sombreros y con un bello rostro, si tiene ojos claros y pelo rubio mejor.
- Tengo lo que usted está buscando -aseguró el vendedor- una cabeza hecha a su medida, innovadora y muy elegante.
El joven vendedor, que como buen promotor de sus productos llevaba puesta una cabeza y un rostro totalmente nuevos, agarró de una estantería el artículo y se lo entregó.
-Puede probarla sin compromiso, allí tiene el espejo.
Julián endureció el cuello y desatornilló su cabeza original, la entregó al comerciante para que se la sostenga y le dijo -agárrela con cuidado, no vaya a ser que en un descuido pierda la cabeza- y ambos rieron.
Se ajustó la nueva acercándose al espejo.
- Se siente cómoda- Dijo.
- Le dije que era para usted.
Se miró detenidamente, era perfecta, elegante y rústica de estilo italiano.
- Me gusta, ¿Cuánto cuesta?
- Sólo nueve años de vida sin interés y dejando su cabeza usada a cambio.- Respondió el vendedor con su sonrisa de buen ofertante confiable.
Julián se miró un poco más, acarició la cara y caminó un minuto por el local observando otras cabezas. De repente comenzó a tener ideas raras y macabras, pensaba todo el tiempo en comerse un pollo crudo y tomar gas licuado de petróleo.
Asustado se la quitó rápidamente.
- No, ¡no! Deme otra, está será muy estética pero en mi esencia el pollo crudo no me gusta y prefiero tomar nafta antes que gas licuado. Deme algo que sea gama media y no me quite tanta vida.
- Ok, perfecto- contestó el empleado del local con la certeza de mostrar otro producto- le puedo ofrecer está cabeza importada directamente de Estados Unidos, como puede ver tiene un rubio ceniza y una sonrisa atrapante.
Se la atornilló con cierta duda, en realidad no le convencía esa sonrisa que para el vendedor era atrapante.
-Se siente bien, ¿Es del mismo costo?
-No, está solo cuesta seis años de vida sin interés y obvio su cabeza a cambio.
A penas escuchó la respuesta del empleado, pensó en pegarle una trompada y salir corriendo con su nueva cabeza sin entregar la usada a cambio. Se la quitó bruscamente.
Se colocó la original y dijo - Me parece que
no, siento el instinto de pegarle y mi esencia es más tranquila.
- Bueno, sabemos que la esencia de cada uno reacciona diferente a cada cerebro que atornillamos- replicó el joven vendedor- pero pierda cuidado, tenemos productos de todo tipo, vamos a encontrar la cabeza que se amolde a sus principios.
Julián siguió mirando las muestras a su alrededor, es ansioso y quería YA una cabeza nueva, no pensaba en irse de ese local sin su nueva adquisición y le llamó atención una en especial que estaba sobre el mostrador al lado de algunos sombreros.
- ¿Que me dice de ésta? tiene una cara joven y relajada, pero con mirada decidida. Me gusta.
El vendedor frunció el ceño y con prohibitiva seguridad le respondió - En realidad esta cabeza es una muestra, no está a la venta, vino fallada de fábrica, se la probó mucha gente pero toda persona que se la probaba sufría un cambio en la esencia muy brusco. -Hizo una pausa y miró hacia arriba como recordando con preocupación- Hablaban al aire, decían repetidamente que la lluvia no solo hacía barro, que el sol no siempre quemaba y que la noche no era su enemiga.
-Qué extraño- Enunció Julián.
-Sí, muy, todos repetían lo mismo constantemente y se ponían a saltar sin sentido. Se la debíamos sacar a la fuerza entre varios vendedores.
- Bueno, sabemos que la esencia de cada uno reacciona diferente a cada cerebro que atornillamos- replicó el joven vendedor- pero pierda cuidado, tenemos productos de todo tipo, vamos a encontrar la cabeza que se amolde a sus principios.
Julián siguió mirando las muestras a su alrededor, es ansioso y quería YA una cabeza nueva, no pensaba en irse de ese local sin su nueva adquisición y le llamó atención una en especial que estaba sobre el mostrador al lado de algunos sombreros.
- ¿Que me dice de ésta? tiene una cara joven y relajada, pero con mirada decidida. Me gusta.
El vendedor frunció el ceño y con prohibitiva seguridad le respondió - En realidad esta cabeza es una muestra, no está a la venta, vino fallada de fábrica, se la probó mucha gente pero toda persona que se la probaba sufría un cambio en la esencia muy brusco. -Hizo una pausa y miró hacia arriba como recordando con preocupación- Hablaban al aire, decían repetidamente que la lluvia no solo hacía barro, que el sol no siempre quemaba y que la noche no era su enemiga.
-Qué extraño- Enunció Julián.
-Sí, muy, todos repetían lo mismo constantemente y se ponían a saltar sin sentido. Se la debíamos sacar a la fuerza entre varios vendedores.
Julián la tomó entre sus manos con permiso del empleado y la observó detenidamente. Sentía una atracción muy fuerte por esa cabeza, sentía que era para él.
- ¿Y cuánto cuesta?
- No, como le dije señor, no está a la venta.
- Pero me interesa -insistió Julián- ¿Me la puedo probar?-
- No, no señor, es nuestra responsabilidad brindar seguridad a cada cliente.-
- ¡Vamos!, si es sólo una muestra, le puedo pagar a usted mismo sin que se entere su jefe. ¿A qué precio me la dejaría? Tenga en cuenta que serían años de vida que podría usar desde su cuenta.-Insinuó Julián con un tono hasta mafioso que a el mismo lo sorprendió.
El vendedor se sintió seducido con la oferta -nunca es malo tener años extras- pensó, y decidió aceptar poniendo ciertas condiciones. En voz baja y mirando a los costados respondió.
- Bueno, se la puede llevar. Pero escuche bien. No se la puede probar acá. Usted me paga con tres años de su vida y su cabeza puede conservarla, no me interesa, esto queda entre nosotros. Acá en este papel le escribo mi cuenta corriente vital. Confío en que por la tarde me estará transfiriendo esos tres años.
- Ya mismo salgo del local y desde mi I life se los transfiero. Le agradezco mucho. – El vendedor puso la cabeza defectuosa en una bolsa hermética y se la entregó a Julián.
-Yo NUNCA
le vendí esto- Le aseveró el vendedor con cara amenazante.
-Yo nunca
estuve acá- respondió Julián y se marchó del local. Se fue satisfecho por
su compra, logró pagar muy barata una cabeza nueva y ahora estaba intrigado de
como ese cerebro reaccionaría con su esencia.
Julián se sentó en el bar de la esquina y cumplió con el pago. Se dirigió al baño, se colocó su nueva cabeza y espero que las sensaciones se apoderen de él.
De repente se vio en la calle queriendo que una lluvia le choque en la cara, tuvo una fuerte necesidad de sentir la luz del sol y que llegue la noche para ver las estrellas en el negro profundo.
Fueron sensaciones raras, nunca le había gustado tanto la
lluvia, el sol no era importante en sus días y por la noche solo dormía. Pero
su esencia se sentía realmente muy cómoda con esa nueva cabeza, sintió que esos
tres años pagados fueron una gran inversión.
Realmente no era perfecta como otras que probó
ese día, pero tenía una belleza particular con cejas grandes y expresivas, piel
morena y resistente, ojos negros y pequeños, y rulos escandalosos difíciles de
dominar.
Caminó tres cuadras, su antigua cabeza reposaba
en la bolsa que llevaba en su mano. Se alivió de no tener ganas de saltar como
había advertido el vendedor, eso le hubiera resultado muy raro y andar saltando
por la calle llamaría mucho la atención de la gente.
Pero en la cuarta cuadra se asustó, su cuerpo comenzó a hormiguearle, las manos
empezaron sudar y sus piernas a temblar. -¿Qué me pasa?- se preguntaba, la
cabeza nueva le imponía una necesidad. Una señora, con cuerpo viejo y cabeza
joven, pasó por al lado de él y lo miró con preocupación.
-¿Se siente bien joven?
- No-
Respondió Julián y en ese momento salió corriendo.
El cerebro necesitaba movimiento. Corrió cada
vez más rápido, chocó a varias personas en el camino. A los quinientos metros
de corrida un policía quiso frenarlo pensando que era un ladrón que escapaba.
-¡ALTO, POLICÍA!- Julián quería frenar ante la
autoridad pero su piernas no se detuvieron, su cabeza ya se había apoderado
completamente de su cuerpo.
- ¡NO PUEDO FRENAR!- gritó al policía- y además ¡No quiero!-
El policía lo corría de cerca y alertó a las
patrullas de la zona para poder apresarlo. Julián siguió, decidido a escapar,
el uniformado seguía gritando y estaba cada vez más exhausto, él no sentía
cansancio, la nueva cabeza hacia de su cuerpo y esencia un atleta empedernido. Volteó
a mirar a quien lo perseguía y le regaló una sonrisa burlona.
-¡No me
va a alcanzar!- gritó
-Yo no,
pero mis compañeros sí.
Miró adelante y en la esquina dos patrullas
habían hecho una barricada que obstruía el paso del tráfico y dos policías los
apuntaban con sus armas inducidoras de sueño. Julián no quería frenar. Mientras
más se acercaba a las patrullas, más adrenalina sentía. No veía salida, lo que
a su nueva cabeza lo envalentonaba mientras su vieja esencia pensaba en lo
terrible que sería ir a la cárcel.
Los policías comenzaron a gritar
-
¡FRENE O DISPARAMOS!
El policía más gordo sin dudarlo gatilló, Julián
esquivó el disparo con reflejos que su nueva cabeza solo entendía y siguió
corriendo sin desviar el camino. Parecía que iba a chocar contra los policías y
las patrullas. El otro policía también disparó pero no logró impactar.
Llegó hasta los azules a toda velocidad, sujetó
fuerte la bolsa que contenía la cabeza original y usándola de boleadora la
impactó contra la cabeza del policía más flaco, en el golpe se escuchó un crac
desde adentro de la bolsa, como si un hueso de su cara original se hubiese
roto, saltó por encima de los autos y siguió corriendo. Miró atrás para disfrutar
a los policías rendidos.
Cuando volteó, tenía en frente el río. Iba tan
rápido que sus piernas no podían frenar, intentó disminuir la velocidad pero no
pudo y chocó contra el muro que bordeaba la costanera. En el golpazo su cabeza recién
comprada se desprendió y cayó al agua. Su cuerpo quedó desconcertado
mientras se lamentaba de haber perdido
su reciente y aventurera compra. Rápidamente tomó su antigua cabeza de la bolsa
y se la colocó.
Al atornillarla observó a los policías
corriendo hacía el. Con su antigua cabeza volvió todo a la normalidad y no
podía pensar en cómo escapar. Además, el golpe que había dado al uniformado con
la bolsa le había roto la nariz, sangraba y le dolía mucho.
El policía más gordo llegó primero. Con el
cambio de cabeza no lo reconoció como el fugitivo y le preguntó agitado.
-¡¿No vio a un
señor joven de rulos corriendo?!
- ¡Sí!, me
rompió la nariz y se tiró al río- respondió
Julián y se fue caminando con una sonrisa, pensando que ese día casi pierde la
cabeza.
Walterio…
08/07/2018
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