Estoy muerto, bien muerto. Primero no
lo quería aceptar, pero después de unos días lo termine asimilando. Y ahora me
doy cuenta de lo que estoy viviendo, bah! O muriendo, todavía no aprendí a
conjugar verbos en la muerte. Es todo muy confuso. Antes podía exclamar
“Que viva la vida”, ahora no se si decir: “que muera la muerte”.
No sé porque me sorprendí tanto de morir, si lo estaba buscando. Pucho, alcohol y sedentarismo iban a terminar por matarme, es lógico. Quizás la sorpresa ante mi muerte fue un formalismo hipócrita que necesitaba tener para sentir que valoraba la vida. Ahora mi sorpresa real se da por tener conciencia de mi situación. Antes sabía que 'vivir' era un verbo constante y siempre pensé que 'morir' era el último verbo que podía conjugar en una persona, lejos de ser constante, era el verbo final. Pero ahora morir se convirtió en mi vivencia -¿Cuál es el antónimo de vivencia?-.
No llegue a conocer a ningún San Pedro,
no vi la luz, no fui al cielo, ni al infierno. Todavía no sé si me espera algo
de eso. Me siento un vagabundo, camino sin que nadie me vea. Pero con
diferencias sustanciales, no me miran ni de reojo, ni con lástima, ni con asco;
directamente no me pueden ver. El primer día hablaba y gritaba, nadie me respondía;
no sólo no me ven, tampoco me escuchan.
Ahora empecé a reconocer otros como yo,
ahí viviendo su muerte, pero no quise hablarle a ninguno, en parte me niego a
pensar que estoy muerto. Algunos me miran mal, otros indiferente, algunos con
intención de relacionarse. Pero yo sigo caminando sin entablar relación alguna.
En la muerte no te importa quedar bien o ser cordial.
Que mal humor tenía el día de mi infarto,
no recuerdo la razón, pero tenía una contractura que no se iba con nada. Que
broncas que me agarraba por cualquier tontera.
Al morir aparecí en una calle que
desconozco, vengo caminando hace días para ver si llego a orientarme y poder ir
a mi casa, saber que todos están bien. Y me preocupa, porque ya me estoy
empezando a olvidar de algunas personas. De otras tengo bien claro el papel que
ocupaban en mi vida, pero no recuerdo sus rostros. Parece que la muerte te
brinda el beneficio de no extrañar o el vacío del olvido, quizás sea el
entrenamiento para ser alguien nuevo o quizás sea remedio para no malvivir la
muerte, no se.
Quisiera llegar a casa rápido, aunque
ya no viva más ahí -o 'muera' ahí-, necesito ver a mi familia antes de
olvidarlos de por vida, o 'de por muerte'. Mi mujer triste supongo, cocinando a los chicos, también tristes
y el bebé sin entender mucho, recién tiene 3 meses. ¡Para! ¿Y si ya me
olvidaron?, perdí la noción del tiempo. No sé si pasaron días o años. Por ahí
ya sanaron su perdida, tampoco era el mejor padre del mundo como para que me
lloren prolongadamente. ¿Y si ya hay otro?, ¿Otro viviendo en mi casa?, ¿Durmiendo
en mi cama?
No importa, pensar tanto me está
haciendo olvidar de Tobías, mi hijo del medio. Ya está, voy a ir igual,
necesito grabar sus rostros en mi retina de espíritu para poder llevarlos a mi
tumba y sentir alivio, ¡oh no!, y ¿si me cremaron? Bueno no sé si tengo un
nicho o soy ceniza, lo importante es no olvidarme de ellos. Todavía los
recuerdo, pero ya olvidé tíos, primos y amigos, ¡uff! hace cuanto no me juntaba
con los pibes. De mis viejos tengo una leve imagen de jóvenes, hace tanto no
los visitaba.
Que mierda che, nunca me tiré en
paracaídas. Y tantas horas metido en el laburo la puta madre, la cara de mi
jefe la recuerdo como un tatuaje en
mi memoria de muerto.
¿Por qué ahora vivir me suena incómodo?
Morir es una acción que se ejecuta una sola vez y ya use mi verbo, pero no lo
finalicé. Me pregunto si llegaré a la reencarnación, ¿reencarnare en animal,
persona, en planta? si es planta, ¿qué flor quisiera ser? ¿Esto es vivir
muriendo? creo que me tendría que haber preocupado más en morir viviendo.
¡Uy, me perdí! ¿Dónde estoy?, ¿Para qué estaba caminando? No sé adónde iba. Bueno ya me voy a acordar, no debe tener importancia, si total, ya estoy muerto.
Walterio…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario