miércoles, 28 de noviembre de 2018

MIS VIEJOS PIENSAN QUE SOY ALCOHÓLICO Y DROGADICTO (LA PELEA DEL SIGLO)


La cena estaba incomodísima, algo malo había ocurrido y no sabía qué, mis viejos habían entrado a mi casa con una cara de culo tajante, de esas caras de culo que señalan culpa, que te hacen poner nervioso. Ya soy un boludo grande, pero me hicieron sentir como un niño travieso que buscaba en mi cabeza desesperadamente la cagada de la que fuese culpable, el crimen que era causa de su enojo y cuál sería la solución para poder remediarlo.

Mi madre se sentó a la izquierda de mi padre con una expresión de enojo y tristeza, mi hermana Fernanda había llegado más temprano y estaba sentada a mi derecha del otro lado de la mesa.  Estábamos enfrentados, Padres Vs Hijos, el mantel de colores chillones se opacaba y sus dibujos abstractos proponían un terreno sinuoso para una batalla que esperaba el primer golpe.

En medio de un silencio agobiante serví el matambre a la pizza y mi rol de chef esperaba el clásico -mmm que rico papi- de mi vieja, pero n­unca llegó, nadie en la mesa dijo nada de mi matambre a la pizza. Comencé a ponerme nervioso, a desesperarme, a querer que la cena termine, intentaba sacar charla, hablar de lo mal que venía jugando San Lorenzo, de las pésimas políticas del gobierno de turno, de series, de todo, pero las respuestas monosilábicas eran sepulcrales y mi incertidumbre se enmarañaba como rulos maltratados.

Hasta que sin reparo mi viejo dio el primer golpe -y pegó fuerte-:

-Estamos indignados, preocupados, vos y tu hermana son dos borrachos, además, ¡Sé que vos te drogas!

¡Wow! un golpe muy fuerte y desconcertador, mi cerebro tardó unos segundos en reaccionar ante las fuertes acusaciones -y juro que esta tardanza nada tenía que ver con la droga-. Siguió;

-Sé que el otro día cuando te deje con tu novia, en realidad ibas a comprar droga.

Me dijo con los ojos llorosos envueltos en decepción. Y yo me sorprendí, realmente no sabía que mi novia vendía merca.
-Sé que viajaste a Ámsterdam solo para drogarte…-
No quiero ni siquiera imaginar lo que habrá pensado cuando de pibe me fui a conocer Colombia.
Y culminó:
 -Yo vi como terminan los que arrancan como ustedes, alcohólicos y drogadictos sin futuro.-

Mi título de licenciado y mi trabajo estable se retorcían en un cajón sufriendo sobre la alerta roja de mi futuro. Mi hermana, a punto de recibirse de psicopedagoga y trabajando en un colegio ayudando a chicos discapacitados, empezó a dudar sobre su camino, se acababa de enterar que no iba a servir de nada, que sin importar lo que hiciese, estaba destinada a terminar tirada en algún callejón fumando paco.
Mi vieja, como testigo clave de nuestros crímenes, movía la cabeza asintiendo las palabras de mi padre, y yo trataba de centrarme en mis respuestas. Mi hermana comenzaba a llorar indignada y yo tragaba saliva para no explotar en rabia.

Cerré los ojos levemente, como buscando calma hacia mis adentros, respire y, antes de hablar, cuando me preparaba para devolver con un golpe, mi viejo quiso asegurarse el knock-out y con un gancho de izquierda concluyó:

–Si no les gusta lo que les digo, no me importa, yo lo digo por su bien, si quieren se pueden ir y no hablarme nunca más.-

Desde la lona veía todo borroso, mi entrenador me gritaba desde la esquina del ring y entre los silbidos de la multitud me levanté muy despacio con las piernas temblorosas, mientras el árbitro contaba y ya había llegado al número siete. Maduraba el KO pero la campana me salvó de una derrota segura.

Entré al siguiente round todo golpeado, mascullaba palabras y salivaba sangre, hasta que empecé a escupir mi defensa, defensa firme y propia de un acusado que fue arremetido con saña por el abogado querellante.
No quiero aburrir al dar detalle de cada uno de mis golpes, pero les aseguro que llegamos a completar los 12 rounds y gané la pelea por superioridad de puntos. Un relator del Boxeo argentino, se enteró del hecho y se dedicó la jornada siguiente a escribir una columna periodística dando un resumen sobre la pelea, por lo que me resulta más entretenido compartirles dicha nota:

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LA PELEA DEL SIGLO
El barbudo Cuentito ‘Hijo’ Veloz, fue un auténtico crucigrama para el experimentado        Cuento “Padre” Veloz, en Bernal la noche de este sábado, donde la escuela nueva del   boxeo dio el batacazo ante la vieja escuela del Padre Veloz y le alcanzó ante los jueces para hacerse del campeonato Pesos Pasados de la Asociación Mundial de Boxeo.
        Padre Veloz no pudo llevar al ring el favoritismo que le daban las apuestas y se vio   sorprendido en más de una ocasión ante los fuertes golpes del Hijo, lo que en un comienzo aparentó una pelea fácil para el canoso terminó siendo un problema que lo dejó expuesto ante el claro cambio de tiempos en las costumbres del presente.
        “Dejé bien claro que tomar una birra, no me hace un borracho y fumar un porro no me hace drogadicto”, dijo “Cuentito” al finalizar la pelea, mientras prendía un pucho y        destapaba una Heineken para festejar. “Arranqué la pelea recibiendo golpes fuertes,  pero pudo entender que los tiempos cambian y que no soy lo que él piensa”, añadió en respuesta a las preguntas del periodista.
         En la pelea, “Cuento” en efecto fue al frente y trató de lastimar a “Hijo” con su gancho de izquierda al rostro y también a las zonas blandas; sin embargo, recibió severas combinaciones de Cuentito con frases como “Quiero que sepas que Ámsterdam es una         ciudad hermosa, donde obvio        que fume porro, pero también lo puedo fumar acá en Buenos Aires”.
        En el quinto round, un corte en el párpado izquierdo del Cuento le dio confianza a Cuentito, quien fue a presionar incluso más fuerte, “Los tiempos cambiaron, y creo que deberían centrarse en la tranquilidad de que sus hijos están armando un lindo camino, antes que ver si tomamos una cerveza o fumamos un porro, no pretendo que ustedes cambien sus pensamientos, pero sí que nos respeten y sepan que estamos bien y no dependemos del alcohol ni las drogas para estarlo”
        El Duodécimo round fue decisivo, la firmeza de “Cuentito” dio vuelta la mirada de los espectadores que en principio abucheaban al joven y finalizando la batalla comenzaron a aplaudirlo. Los últimos golpes fueron letales y en un cross de izquierda Hijo aseveró, “Si crees que tenemos problemas con el alcohol y las drogas, el enojo y la reprimenda no es una manera correcta de ayudar a quien crees que está enfermo o que la está pasando mal”.
        La batalla fue digna de puntos altos de rating en los mejores canales de deportes, sin   embargo una vez finalizada la pelea, los contrincantes demostraron que esto es solo una metáfora paradójica del deporte, en la que nadie pierde y donde la familia triunfa. Sonó el campanazo final y se fundieron en un abrazo dejando en claro que las diferencias son muchas pero que el afecto es el mismo.

La familia Sports
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Mis viejos tenían una historia en la cabeza que convertía a mi hermana en una ebria y próxima drogadicta, y a mí en el Pablo Escobar de La Boca. Todo por no hablar, por no preguntar, por dejarse guiar por las redes, por publicaciones de una cerveza en un bar o frases tontas sobre la marihuana. Quizá     creían que tomaba whisky a las ocho de la mañana de un martes, o que desayunaba con merca. Pero quitando todo tipo de conjetura, si bien considero que no se utilizaron las formas adecuadas para tratar el tema, primero debo destacar la Valentía de mis padres por plantear tal fuerte preocupación, y segundo logro entender que lo profundo y cierto es que tienen Miedo. Ese miedo eterno que debe ser tener un hijo, un miedo que solo sienten los padres cuando ven a sus hijos crecer, miedo a que sufran o a perderlos. Hoy no soy padre, pero algún día espero serlo, y si bien no me alarmará que mis hijos fumen porro o tomen cerveza, seguramente en el mañana chocará mi generación con la de ellos y quizá también piense que se equivocan y allí, en ese preciso momento, me daré cuenta que mi escuela ya es vieja.

@Cuento_Veloz